Las huellas de la misión

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En el mes de julio, los grupos misioneros Jesús María emprendieron viaje para salir al encuentro de hermanos y hermanas que se encuentran en la provincia del Chaco y Corrientes. Fueron semanas llena de compartir la Vida y la Fe, ya sea en las capillas, las escuelas o en las casas que visitamos.

Algunos jóvenes nos comparten sus experiencias:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antes de la misión tenía un conflicto interno (hacía bastante), que ustedes me solucionaron. Yo pasé por la muerte de varios familiares, no entendía el por qué se los llevó y me sentí solo, no me apoyó Dios en ningún momento. Desde ahí me aleje de la religión, de todo lo que tenía que ver con Dios. Me sentí defraudado , no quise hacer la confirmación no quería saber más nada de esto. Mis amigos y familiares me empujaron muchísimo para que vaya a misionar y que viva esa experiencia. El año pasado me bajé antes de ir, a último momento. Este año me animé y les hice caso para sacarme la duda. Volví más que lleno. El día de la catequesis empezó todo, aunque fue todo improvisado, pero muy lindo, me sentí orgulloso y le saqué una foto para recordar ese momento. Me marcaron un antes y un después, me cambiaron todas mis ideas. No podía sentir lo que ustedes (compañeros misioneros) veían de mi, que veían en mí a Dios, no entendí nada. Esa noche, no pude dormir de todo lo que pasó en esa espiritualidad. Choqué con la realidad, entendí que amar a Dios es vida, que la simpleza de todo y sin tener entre medio lo material, volví más que lleno. Me despedí sin llorar, solo alegre  de todo lo que viví y la experiencia de cada una de las personas de la comunidad, que entendí que Dios es su fuerza para seguir viviendo su día a dia, el esfuerzo a vivir mejor y la paz de que Dios está con ellos. Soy otro pero muy decidido a mis objetivos. Muchísimas gracias por esta misión y porque la hicieron única, ahora entiendo por qué de tantos años la gente no se despega de esto tan fuerte. Marcelo Bono – Córdoba

Soy josefina Mares tengo 16 años y voy al colegio Jesús María de Bella Vista. Este año igual que el año pasado fui a misionar a Pampa Sena. Misionar es algo que me llena completamente y hasta me resulta difícil describirlo en palabras. Algo que me llevo de esta misión fue cuando me reencontré con una señora que se llamaba Eli y me contó como los misioneros la habían ayudado en una situación muy difícil de su vida con el simple hecho de recibirlos y darles catequesis. Eso me hizo entender mucho mas lo que significaba para ellos que nosotros vayamos, como tenemos que entregarnos y dar todo por lo mucho que nos esperan. Estas dos misiones me dieron muchas enseñanzas y me llenaron de amor hacia el otro. Josefina Mares – Bella Vista

Bueno a mí este año me tocó ir a Pampa Sena al igual que el año pasado, la verdad que me encantó. La gente de allá es muy agradecida y amable con todos nosotros. En cada casa que fui nos recibían y atendían de  la mejor manera. También en las catequesis, todos se copaban en cualquier actividad que proponíamos y siempre con mucha onda. Se notaba como les gusta compartir un rato con nosotros, como a nosotros con ellos y el amor que recibíamos en cada gesto era enorme. Vica Dudignac – Bella Vista

Este fue mi tercera misión y la verdad cada vez vuelvo feliz y muy llena. Es impresionante como vos vas a dar todo de vos y terminas recibiendo el doble, como ellos te reciben en su casa sin saber como te llamas, como se dejan conocer, como con tan solo una mirada te tranmiten todo, amor, felicidad, cariño, fe y sobre todo a Dios. Es una cosa que vos vas y por más problemas que tenga la gente, ellos se demuestran feliz y te reciben de la mejor manera con tanto amor. Pero quienes más me llegaron fueron los nenes que también por mas problemas tengan en su casa ellos estaban ahí en la escuelita con sonrisas enormes jugando, pintando, riendose, dándote abrazos habiendote conocido hace 5 minutos. Para mi misionar es esto, ir a estar con ellos y compartir unos días juntos. Para mi misionar es ir a transmitir la fe, amor y a Dios. Estoy mas que agradecida de haber vivido esta experiencia nuevamente y espero poder volver a ir. Gra Caeiro – Córdoba

 

Soy Trinidad Roldán y este año es la segunda vez que voy a misionar a Pampa Sena, Chaco. No se puede decir en palabras lo bien que la pasé en ambas misiones, son experiencias que uno nunca olvida y que atesora para siempre, te hacen ver las cosas de otra manera, te dan una perspectiva distinta de todo. Este año al ser el segundo nos conectamos muchísimo con la gente de ahí, ellos nos abrieron sus puertas y corazones, todas las mañanas cada patrulla visitaba una o dos casas como máximo y lo bien que nos recibían es algo extraordinario, nos mostraban sus animales, huertas y sus hornos para hacer carbón. Nos  daban todo lo que estuvieran a su alcance, nos vivían agradeciendo cuando en realidad los que terminamos más agradecidos éramos nosotros. A la tarde ellos venían a la escuela para las catequesis, nos dividimos en tres grupos. Casi todas las personas de la zona asistían, venían con muchísimas ganas de jugar, charlar y hacer las dinámicas de todos los días. Como grupo, cada día nos uníamos más, no sólo entre nosotros sino también con los adultos que nos acompañaban. Todos siempre estaban dispuestos a ayudar. Claramente en esta misión todos nos fuimos llenos, recibimos muchísimo más de lo que dimos, volvimos con el corazón completo y con un grupo de amigos que sabemos que siempre van a estar.

Misionar fue ir al encuentro del otro, dándonos la oportunidad de reconocer al Jesús vivo que habita en  nuestros corazones. Maravillarnos paso a paso con el regalo de la creación y confiar fielmente en la sorpresa que Dios tenía para nosotros cada día. Yanina Azcoaga – Florencio Varela

Tenía la necesidad de sentir la presencia de Dios, elegí conectarme con mi esencia, con mi parte más elevada, con mi mejor versión. Ahí donde Dios está, donde Él habla a través mío. Haciendo lo que más me gusta, haciendo lo que me da alegría y felicidad, cuando se pasa el tiempo sin siquiera darme cuenta. Porque para lo divino no existe el tiempo. Buscaba abundancia y plenitud, me dijeron que regale mi amor a los demás. Y ahí la encontré. Mientras mas humildes y sencillos somos, mayor es la grandeza, mayor es la luz que irradiamos hacia fuera. Y así con mi luz interior iluminé las almas de quienes me rodearon y ahí estaba el milagro, la magia de la existencia. Tener las manos llenas de tanto dar. Porque dando se recibe. Porque amando se es amado. Unos ojitos que te miran con amor. Una mano que no te suelta. Un mate y un abrazo. Un gracias y un té quiero. Un atardecer, el ruido de los pájaros. El. Tan simple como eso. Gracias a Dios por elegirme y empujarme a esta experiencia. Cande Casal – La Calera

Soy Agus Jantzon tengo 16 años, y este año igual que el año pasado fui a misionar a Pampa Sena, es un lugar muy lindo a donde me encantó ir porque es algo que me llena muchísimo el alma. La gente es muy alegre y agradecida y compartir estos días con ellos fue muy lindo. En las catequesis pudimos compartir momentos re lindos. A mi toco estar en adultos pero también estuve mucho con los chiquitos, que son un amor y llenos de alegría para dar y contagiar. Es increíble lo que recibís a cambio de lo poquito que das, volví mas llena que nunca. Agus Janzton – Bella Vista

Cuando se acercaba cada vez más la fecha de la misión, me emocionaba un poco más cada día,  el día que nos dijeron nuestras comunidades estaba re conforme, era muy linda y la verdad que no tenía ningún prejuicio hacía ellos, sentía que iba a ser una hermosa misión, pero el día que nos dijeron el lugar que íbamos sentí que todas esas expectativas que yo y mi comunidad teníamos, se fueron. A mi me tocó misionar en Las Piedritas, lugar nuevo, que nadie conocía y que desde el momento que a nosotros nos avisaron que nos tocaba ahí, lo llamamos «la ciudad» sin saber que era y como era. El día que llegamos y nos bajamos desde el colectivo en el medio de la ruta, la verdad que a ninguno le gustó el lugar, fue casi como una decepción, pero todavía quedaban muchos días en ese lugar, y en ese momento no sabíamos lo mucho que nos iba a sorprender «la ciudad». Desde el día 0 tuvimos contacto con los nenes de la escuela 548, jugamos al fútbol, tomamos la merienda y mas o menos les contamos quienes éramos y porque habíamos ido a visitarlos, ellos mucho que no entendían pero les gustaba mucho eso de que vayamos todas las tardes a hacerlos jugar. En cuanto al momento que íbamos caminar, nos encontrábamos con muchas casas y todas pegadas una a la otra, al ser tantas casas, (aunque en muchas fue muy difícil que nos dejaran pasar) cada una a mi en lo personal me dejó una mirada diferente, me dio vuelta completamente mi forma de pensar, me enseñaron tantas cosas que son cosas que no se aprenden en otro lado, sino en ese lugar y en ese momento, era increíble la forma que vivían y lo felices que lo hacían, me enseñaron a valorar todo lo que tengo, me enseñaron que no hace falta ir acelerada por la vida viendo lo que va pasar después, que con solo disfrutar un momento con las personas que querés te vas a llevar una sonrisa y sobre todo me enseñaron a ser feliz sin nada, solamente entregándose al otro y valorando a las personas que tiene al lado. En cuanto a la misión me quedaron 4 huellas que nunca más me las voy a olvidar:-La gente de allá, que no sabían bien para que habíamos ido pero eso nunca impidió que se abrieran hacia nosotros y disfruten y que nos dejen recuerdos y enseñanzas inolvidables y los nenes que tenía un amor admirable, que aprendieron de nosotros, que se pudieron acercar a Dios, que fueron muy felices cuando compartían algo con nosotros, y sobre todo que con un gesto te hacían sentir feliz. -Otra huella fue mi comunidad que la verdad tenía una predisposición admirable, te hacían sentir cómoda en todo momento, y constantemente te hacía sacar sonrisas.-Otra gran huella me la dejó Dios, creo que en todo momento de oración sentía que el me guiaba, que si estaba un poco cansada, él me daba la voluntad para seguir, que me acompañó, tanto a mi como mi comunidad, que fue el gran referente en la misión, que en Las Piedritas el se dejó compartir, y conocer porque los nenes aprendieron mucho sobre el y creo que Él estando siempre presente en cada uno de nosotros dejó mucha marca tanto en mi, como en mi comunidad, como en la gente de allá. -Y la otra gran huella es la mía propia, que aprendí, que me deje compartir, que me sentí llena en todo momento, que era feliz con un abrazo, que no necesitaba cosas materiales, que vivía el momento y no pensaba en lo que iba a pasar después, que me di cuenta que teniendo la voluntad de siempre querer acercarse un poco más a Dios, el siempre te va recibir y uno cada vez que se sienta cerca de Él va ser muy feliz. En fin de mi misión, me llevo un recuerdo de felicidad constante, un increíble lugar y muchos momentos inolvidables, y en mi parecer creo que nadie que abrió los ojos en Chaco, puede volver a cerrarlos, sino tiene que salir a compartir y contagiar lo que se vive en ese hermoso lugar. Gime Flores – Córdoba