Misión de Adultos y Familias

198° Aniversario de la fundación de JM
6 octubre, 2016
75° Aniversario del Colegio JM de Bella Vista
1 noviembre, 2016

El fin de semana largo del 7 al 10 de octubre un grupo de adultos, jóvenes y niños partieron para compartir la misión junto con distintas comunidades de Tres Isletas (Chaco) que una vez más nos abrieron las puertas de sus casas y de sus vidas.

En la misión participaron profesores y personal de los colegios, religiosas, padres de alumnos, jóvenes y familias de distinta procedencia pero con muchas ganas de conocerse y compartir con los demás. 

Algunos testimonios de esta experiencia misionera:

 

Mi experiencia en la misión, fue mucho más de lo que yo creía que podía ser. Fui llena de miedos, por cosas que venía transitando. Y una vez más sentí el abrazo de Jesús, Por qué??? Porque en cada lectura que hacíamos, o cada reflexión, yo sentía que Jesús me hablaba. Y el domingo a la mañana sentí su presencia diciéndome «acá estoy, yo escucho tus palabras, y quiero que abras el oído para escuchar mi voz…» (Todo el domingo resonó en mi esa frase) que tanto busqué. Si de todo lo que yo había perdido, me quedó algo por buscar???? Noooo, porque todo encontré en Él y en cada visita de misión, encontré nuevamente paz, amor, comunión y vida. Y como dije en el compartir del sábado, hoy siento que mis ojos volvieron a sonreír ?. Por muchas más experiencias como estas. Aprendí algo de cada uno de los misioneros y de las familias que visitamos!!!! Me siento feliz y quiero ser cada día testigo del amor que Jesús me regaló mostrándome que Él siempre está. Depende de mí tener siempre los ojos de mi corazón bien abiertos!!!!!

Vale (Pablo Nogués)

Misión chaco 2016 fue uno de los mejores momentos de mi vida, estoy contenta de haber tenido la oportunidad de conocer realidades nuevas y a la vez semejantes a la mía. En esos días pude dejarme cubrir con el manto de María quien me dio el sí, para poder seguir los pasos de Jesús. Verdaderamente hace tiempo no sentía paz ni plenitud en mi corazón, nada me llenaba pero Chaco se asemeja a un granito de mostaza porque logra mover todas y cada una de las montañas más profundas del corazón.

Andrea Bordón (Buenos Aires)

Un año más vuelvo a las tierras Chaqueñas donde el corazón se transforma…Se agranda,  se estruja, duele, se reconforta…sensaciones encontradas de alegrías y tristezas. Tristeza de la pobreza material, de injusticias e impotencia … que se conjugan con la alegría de ver las sonrisas únicas en los rostros chaqueños iluminados por la llegada de los misioneros … iluminados por sentirse valorados, queridos, siendo receptores de afecto, lo más simple se transforma en lo más valioso… Descubrir el rostro de Jesús en cada uno de ellos me acercan más a Él…y me  hacen elegir  cada día el camino a seguirlo y anunciarlo…
Hoy ya en mi lugar, el desafío es aún más grande, ya no están los rostros chaqueños…pero a mí alrededor tengo miles de rostros con sed de Dios…

Silvina Pérez (Córdoba)

 

Un día decidí atender…. siempre había un llamado al que mi vida, mi rutina, sentía que no me permitía contestar. Todos los años se repetía ese sonido. Porque era mi tiempo, mi momento, éste año lo escuché más fuerte que nunca y decidí contestar….de corazón que hoy no tengo duda que eran Jesús y María que necesitaban de mi para apoyar a éste grupo maravilloso. Con los temores normales me sumé a la misión Chaco adultos. Fue muy gratificante, duro, realista y sincero lo que vivimos. Reafirmé que el amor alivia, y en algunos casos, sana algunas heridas de la vida. Un abrazo, un beso o un upa, devuelve las esperanzas de vivir. Cada integrante del grupo se brindó al máximo. Se vivió una armonía inmediata  para un objetivo, el de compartir amor. Las visitas a las casas fueron reveladoras de las realidades y necesidades básicas humanas. La gente necesita gente que la escuche. Los chicos….pequeños tesoros y maestros que nos regalaron sonrisas, mucho cariño, esperanza y ganas de vivir. Muchos de ellos tienen un pasado y un presente muy muy duro…su futuro….depende de Dios y de muchos de nuestros esfuerzos y compromisos de vida. Debo admitir que al principio sentí mucha impotencia, mucha injusticia por las cosas que vi… pero ahora comprendo que ésta se calma atendiendo los llamados no sólo del Chaco, sino de la vida diaria de cada uno. Espero haber dejado algunos momentos de recuerdos de alegría o de compañía sincera a las personas con las que compartimos Chaco 2016. Muchas gracias a todos por haberme dado la oportunidad de sumarme.

Carlos Fissolo (Córdoba)

Aún resuenan en mi cabeza y sobre todo en mi corazón las sonrisas, las tristezas, las madres, los niños, lo aprendido, lo crecido en comunidad… Sobre todo me resuena que Jesús no anduvo construyendo casas… Sino que trajo la REVOLUCIÓN DEL AMOR!!! Espero haber sido parte de algo de eso…. Y creo firmemente en que Jesús está a mi lado en mi prójimo y necesita de mis manos siempre, acá y en Chaco! Donde yo vaya…. Agradezco a mi amado cole JM y a sus monjis poder hacer conocer a Jesús y a María!!!

Mari Otero (Córdoba)

Soy Lauti tengo 11 años y con mi familia fui a misionar al Chaco. Cuando llegamos me impresionó que los nenes no tengan calzado y que tomaban agua de un aljibe lleno de sapos. No aguanté, me puse a llorar. No podía compartirlo con el grupo. Después hable con mi mamá y me di cuenta que lo mejor que les podía dar no eran cosas materiales, si no darles a Dios con mis gestos. Tomé la comunión el año pasado y ahora estoy en perseverancia. Por eso jugué con ellos todo el tiempo, no los discriminé. Así recibí más de lo que di. Me hice muchos amigos. El último día me descompuse y volví al Centro Comunitario en la camioneta con los bolsos. No me pude despedir de ellos. Cuando estaba en el Centro vi que llegaban mis amigos en bicicleta y caminando para despedirse. ¡Me agarró mucha alegría! ¡Gracias Dios por invitarme a la misión! ¡Virgencita, te pido que cuides a mis amigos del Chaco y a sus familias!

Lauti (Florencio Varela)

La Misión en el Chaco es para mí, la invitación a compartir tres días de campamento Padre – hija con Dios. Es una bendición, un regalo. Una nueva oportunidad para volver a poner las cosas en su lugar y acomodar el cuerpo para seguir caminando en la fe. Muchas gracias Familia Jesús María por permitirnos ser parte de este proyecto

Virginia (Montevideo)

 

El 6 de octubre, en el marco de la celebración del aniversario de la Fundación de JM partimos desde Buenos Aires y Córdoba adultos y niños de diferentes comunidades con destino a Chaco.
El hecho de que la misión fuera de tres días hizo que desde el colectivo comiencen los encuentros. Mates, guitarra, charlas y hasta baile fueron los modos en los que empezamos a conocernos y «compartirnos». El viaje fue metáfora de lo que nos esperaba: una misión que nos ponía en camino y nos invitaba a acoger la vida y la fe de las personas con las que nos íbamos a encontrar. Al distribuirnos me tocó ir al Lote 71 junto a quince misioneros de diferentes orígenes. Lo lindo fue saber que compartiríamos en la capilla Santa Claudina la novena que concluía con bautismos y primeras comuniones de niños y jóvenes de ese paraje. En pocas horas comenzamos a sentirnos comunidad. La liturgia fue una fiesta, cada gesto estaba lleno de sentido, cada signo contenía la vida. Los festejos continuaron en la escuela.
Los días en el 71 fueron plenos y fecundos. Las caminatas, las visitas a las casas, las catequesis, el hermanarnos con las familias de allá, cocinar a leña, prescindir de ciertas comodidades empatizando con el modo de vivir de los lugareños y estando a su servicio fueron experiencias que paradójicamente nos gratificaron profundamente. Fueron días vividos desde la lógica del Dios de Jesús, desde el Reino. Sé que suena a locura -según los criterios individualistas, consumistas y utilitaristas que nos propone hoy la sociedad- encontrar felicidad en lo sencillo, en el despojo de uno mismo, en lo pobre. A medida que avanzo en estas líneas creo que no hay nada de lo que escribo que pueda comunicar la simple maravilla que hemos vivido. Ésta experiencia de misión es intransferible y paradójica, desborda traspasando el límite de la palabra cuando intento poner nombre a los encuentros, al misterio hondo que somos cada uno de nosotros. Es por eso que, impotente, los invito a recorrer este camino personalmente, a poner el cuerpo, recordando que Jesús a mi también me invitó por boca de otros. Me despido con la certeza de un Dios hermano y compañero que en tantos rostros e historias me mueve a la compasión, a la incondicionalidad y a la misericordia.

Florencia Dollera (Buenos Aires)