En mi oración de éstos últimos días el Evangelio ha tenido un ardor diferente porque el encuentro con Él me venía desde los verbos en plural que aparecían en las lecturas de Marcos: fueron, expulsaron, curaron, se reunieron, le contaron,  desembarcaron, repartieron, etc…

Todo me remitía a estos días de verano compartido con muchas de mis hermanas religiosas. En enero vivimos unos días de vacaciones  en Córdoba, rezamos, descansamos, compartimos en gratuidad y profundidad, caminamos, disfrutamos de las carcajadas compartidas y de cada tarde juntas, con Jesús en su Palabra y en la Eucaristía. Luego de este tiempo gratuito nos sumergimos en la bondad activa de Jesús que nos salió al encuentro en el silencio de 8 días de Ejercicios Espirituales.

A continuación vivimos tres días de Reuniones de Provincia donde estuvimos en la búsqueda de escuchar al Espíritu que clama en la realidad de la gente, en nuestras realidades y en los caminos de nuestro mundo. En estos días pudimos gustar de profundos acuerdos, de la hondura de la comunión en medio de nuestras diversidades. Y para terminar algunas estuvimos dando Ejercicios Ignacianos para Jóvenes y disponiendo todo para el encuentro entre ellos y el amor transformador del Padre y de Jesús.

Siento que en este verano como en otros, el Señor nos regaló esta gracia de disfrutar de esta identidad honda de ser en relación, de esta dimensión comunitaria de nuestra existencia que nos hace constatar la fuerza salvadora de Jesús en medio de los hermanos que se juntan en su nombre y son enviados por Él.

Caro Salgado RJM