RELIGIOSAS
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CONSAGRACIÓN
“Llamadas a seguir a Cristo como a lo único necesario y atraídas por la fuerza irresistible de su amor, respondemos libremente por la entrega total de nuestra persona a Dios, con el deseo de continuar en la Iglesia la misión de Cristo “consagrado y enviado” para revelar y comunicar el amor del Padre”.
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La profesión de los consejos evangélicos de castidad, pobreza y obediencia nos une más profundamente a Cristo y nos compromete particularmente al servicio de la Iglesia.
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VIDA DE ORACIÓN
La oración, personal y comunitaria, es una dimensión esencial de nuestra vida consagrada, que nos capacita para compartir la misión del Hijo y nos ayuda a encontrar a Dios en todas las cosas y a manifestar su amor al mundo.
Nuestra vocación de religiosas apostólicas marca nuestra vida de oración. Nuestro ritmo cotidiano incluye una hora de oración personal y el examen, la Eucaristía, la oración comunitaria de la mañana y de la tarde (laudes y vísperas).
En comunidad procuramos espacios de Adoración Eucarística, retiros mensuales y reuniones comunitarias.
El acompañamiento espiritual y los ejercicios ignacianos de 8 días, una vez al año, nos ayudan a reconocer la acción de Dios en nuestra vida.
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VIDA COMUNITARIA
Nuestra entrega a Dios, respuesta a su llamada, se vive en una comunidad fraterna en la que todas participamos del carisma de nuestra Fundadora. Convocadas por el Señor, somos llamadas a vivir en comunidad para la misión y nos apoyamos y animamos mutuamente en nuestro compromiso en el seguimiento de Jesús.
Deseamos, como Santa Claudina, que la caridad sea como la pupila de nuestros ojos, y que la forma de vivir la comunión en nuestras relaciones sea un signo visible del Evangelio que proclamamos.
Nuestras comunidades desean ser abiertas y acogedoras, y al mismo tiempo, lugares de intimidad y silencio.
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VIDA APOSTÓLICA
Consagradas por Dios, somos enviadas para una misión en la Iglesia. La gracia del carisma nos hace sentir la angustia de los que viven y mueren sin conocer a Dios; nos lleva a dar la vida para hacer conocer y amar a Jesús y a María, y nos mueve a responder a las miserias de nuestro tiempo con compasión y solidaridad.
En Argentina y Uruguay, muchas de nosotras trabajamos en nuestros centros de JM, desde distintas tareas y funciones (catequistas, docentes, animación pastoral o de los equipos directivos, acompañando los grupos misioneros o los distintos apostolados).
También participamos activamente en distintas iniciativas tanto eclesiales como de la sociedad civil:
- En las capillas, parroquias y diócesis, en los distintos lugares en los que estamos (catequesis, animación litúrgica, pastoral de la salud, Cáritas, grupos de oración, consejos pastorales, etc.).
- Acompañando personas y familias en situación de vulnerabilidad social.
- Dando Ejercicios Espirituales y acompañando proyectos de la Red Juvenil Ignaciana junto a los jesuitas y otras congregaciones de espiritualidad ignaciana.
- Facilitando talleres de autoconocimiento y crecimiento personal; y coaching.
- Escuelas de Perdón y Reconciliación (Es.Pe.Re.)
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